Opinión
15 años del CERMI
Quince años no es nada
Por Juan Antonio Ledesma, presidente de la Comisión de Imagen Social de la Discapacidad del CERMI
01/03/2012
Sentir… que es un soplo la vida, que “quince” años no es nada… A ritmo de tango de Carlos Gardel, y con pequeñas licencias acomodadas a esta reflexión, la música y letra interpretadas por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) son ya un clásico popular en la cultural social de nuestro país.
En la memoria colectiva de un reducido grupo de activistas brilla el recuerdo vivo y cercano de la gestación, hace tres lustros, de una plataforma de representación social de un colectivo amplio y heterogéneo privado históricamente de la capacidad de interlocución.
El desconocimiento y los prejuicios sociales despojaron a las personas con discapacidad de la autonomía para fijar el rumbo de sus vidas. Para enmendar semejante afrenta a los derechos humanos, el CERMI propuso desde su génesis devolver la dignidad y la capacidad de decisión a millones de personas que jamás la ejercieron sólo por razón de discapacidad.
Nadie puede cuestionar con argumentos solventes, sencillamente porque no los hay, que el gran acierto del CERMI fue aglutinar al movimiento asociativo de la discapacidad, excesivamente atomizado, en torno a una plataforma de representación común y con capacidad reconocida y contrastada de interlocución. Y todo ello sin que las distintas organizaciones renunciaran a sus particulares señas de identidad.
Impedido, inválido, minusválido… Ahora, por fin, personas con discapacidad. Lenguaje y evolución social van de la mano. Las organizaciones que dan vida al CERMI han logrado, desde la irrenunciable unidad de acción, visibilizar a millones de españoles condenados durante décadas a políticas de caridad, aderezadas con falsos paternalismos alimentados por un binomio erróneo, esa inquebrantable asociación de discapacidad y enfermedad.
El CERMI y sus entidades consiguieron en los últimos quince años romper tabúes y perder el miedo a “sacar” la discapacidad del armario. Las personas con discapacidad son, somos, ciudadanos con los mismos derechos y obligaciones que aquellos sin un una discapacidad aparente. Peleamos desde una inferioridad de condiciones por superar ese déficit de ciudadanía que arrastramos desde siempre.
Dicen quienes saben de leyes que España cuenta con una legislación de primera en materia de discapacidad. Sin duda, el CERMI es el artífice de situar las inquietudes y derechos de las personas con discapacidad en la agenda política, social y económica. Un modelo admirado, reconocido y seguido fuera y dentro de España.
Termina Gardel entonando “el viajero que huye, tarde o temprano, detiene su andar”. CERMI tiene un largo camino con recorrer, un destino lejano que no alcanzará hasta lograr que la discapacidad no sea una rémora en el desarrollo vital de las personas.